martes, 23 de junio de 2009
MAÑANA NO SERÁ LO QUE DIOS QUIERA.
He acabado de leer el libro dedicado a la vida de Ángel González de Luis García Moreno. Al ir entrando en sus capítulos pude comprobar que la infancia de Ángel González fue atareada. De sus familiares, de sus vivencias con los vecinos, de sus amistades primeras en el colegio, en la calle, de sus mudanzas,etc., de todos ellos he podido compararlos con los míos y he encontrado muchas similitudes salvando los tiempos y las distancias. Si su infancia transcurre entre las calles de Oviedo en gran parte,la mía también se pasa y pude reconocer ambientes y espacios que el poeta vivió antes, bastante antes que yo. Pero todavía se puede percibir la calle Fuertes Acevedo y recordar dónde estaba el número 8 y el bar Gran Vía, haciendo esquina a Asturias o Cervantes lo recuerdo perfectamente con su barra alta, con sus mesas de mármol y soporte de hierro, con sus sillas y bancos y con uno de sus dueños sonriente y alto, muy alto para mí. El sanatorio de LLamaquique aún lo recuerdo, jugando con la pandilla entre los restos y muros marcados por las balas y por alguna trinchera en la que fumábamos los primeros cigarrillos hechos, liados y consumidos en aquella infantil clandestinidad de la década de los cincuenta...Y el tunel del norte y sus chimeneas a las que travesuras infantiles tiraban piedras para ver si acertábamos al tren que pasaba...Y los obuses clavados en las fachadas de las iglesias de San Juan el Real y la de San Pedro de los Arcos y cómo las pandillas les tirábamos piedras con la ingenua(?) intención de acertar y ver si estallaban...No vimos la Universidad destruída, ni la Universidad pero había por las casas fotos de las mismas y recordamos,débilmente, los andamiajes de los lentos trabajos de reconstrucción. Como dice Ángel la ciudad de Oviedo acababa muy pronto. Una manzana de edificios nuevos, las vías de ferrocarril, unas casas dispersas, unas vacas, la carretera y después los prados. Todo quedaba muy cerca, vivíamos en el centro y en las afueras, porque tardaba muy poco en pisar la hierba, y en solo cinco minutos llegabas a la catedral o al colegio. Oviedo era un pañuelo de tejados, y la ciudad terminaba poco más allá del Campo por el sur y por el norte un poco mas abajo del convento de San Vicente, iglesia La Corte y convento de Pelayo.
Y la fuente de las Ranas y la fuente del Caracol donde nunca se podía beber del caño del centro pues los niños de Ángel como nosotros de los cincuenta compartiamos el secreto a voces de que el agua de ese caño llegaba directamente del hospital.
Como Ángel no viví los sonidos ni el ambiente de la Revolución, ni el aire cargado de chispazos y ráfagas o el ruido de cañonazos desde el Naranco pero oía las converdaciones a la noche de los mayores contando los casos y las cosas de uno y otro bando y las deserciones, las traiciones, los paseos, las fosas, las trincheras y sus interioridades. Y que si Aranda esto o Caballero, que si Franco o Yagüe... Todo pasaba por nuestros oídos que escuchaban como quien oye relatos de una película de acción, de mucha acción. Y los aviones Ángel los vió volar y bombardear y correr al refugio... los de los cincuenta veímos cómo los triunfadores hacían alardes de acrobacia como vigilantes del cielo azul por encima de nuestras buhardillas, azoteas, terrazas...que eran proletarios, obreros y no los dúplex de ahora...
Todo el libro es una delicia. Magníficamente escrito se lee con prestanza y yo con nostalgia. Luis García Montero es aquí un maestro. Retrata y elabora cómo la vida fue haciendo a ese Ángel González que ya en 1961 es un poeta hecho y derecho. Yo lo recuerdo vagamente leer poesías en un certamen que había en un ateneo o algo así en la calle Palacio Valdés con poetas jóvenes y es entonces cuando publica Sin esperanza,con convencimiento y en él habla de "los días y las noches que se ven traicionados por el porvernir, pero no quieren renunciar al futuro. .
El porvenir se identifica con la duración de una derrota sin fin, que no acaba con el paso de los años,que permanece en las calles y en la piel hasta convertirse en una rutina":
Te llaman porvenir
porque no vienes nunca.
Te llaman: porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Pero tú permaneces
más allá de las horas,
agazapado no se sabe dónde.
... Mañana!
Y mañana será otro día tranquilo
un día como hoy, jueves o martes,
cualquier cosa y no eso
que esperamos aún, todavía, siempre.
Oviedo fue la ciudad cero par Ángel, una tabla rasa donde apenas había mas que estupor, tristeza, temores, dolor e ira. Y para generaciones posteriores como la mía el recuerdo de poco mas: de cartillas de racionamiento, de colas en los economatos, de falta de luz o escasez de carbón,de alquiler de habitaciones para sobrevivir y de carromatos con adoquines y edificios con pecas, con su piel pecosa, con agujeritos en las paredes y en los corazones...
Si puedes no dejes de leer una delicia de libro titulado MAÑANA SERÁ LO QUE DIOS QUIERA
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5 comentarios:
Tomo nota del libro, pero yo juego con una ventaja. Me apostaría lo que fuese a que Mañana será lo que las fuerzas ocultas manejadas por los muy ricos sivergüenzas del mundo quieran.
Tengo la impresión de que Dios no decidirá nuestro futuro, así como fue incapaz de librarnos de nuestro amargo pasado.
Si yo fuera creyente diría que ese libro tiene "alma".
Saludos.
Ayer me lo topé en la FNAC y no me decidí a comprarlo, pero has hecho que me arrepienta. Enmendaré mi error.
Desgraciadamente tienes razón Siesp...Me temo que tu dianóstico se cumpla y que la historia se repita..
Velda Rae para mí su lectura me llevó a un tiempo que de alguna manera yo viví en un espacio y una época posterior pero que era herencia de ese pasado que se hacia futuro.
Gracias por vuestra atención.
Salu2.
Desde luego, el libro tiene muy buena pinta. En cuanto pueda lo leeré!
Yo he leído el libro y me ha gustado, aunque tal vez podría haberse escrito de otro modo, en algunos momentos se me hizo un poco "espeso", lo que no quita su interés y su gran humanismo. Recomendado.
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