Todo empezó por un problema doméstico: los padres de Aidan Dwyer querían instalar paneles solares en su casa de Long Island, en EEUU, pero el techo se quedaba pequeño. ¿Iba eso a impedir que el hogar de los Dwyer se quedara sin energía limpia? El joven Aidan pensó que no, que tendría que existir alguna manera de optimizar el poco espacio de su casa... y le vino a la mente la disposición de las hojas de los árboles, algo que siempre le había fascinado. ¿Nadie se había parado a pensar que si las hojas de los árboles (que tienen que captar luz) están dispuestas así sería por algo? Él haría lo mismo con los paneles solares.
Aquella solución improvisada a los problemas domésticos de sus padres se materializó en un proyecto científico que consiguió ser reconocido por el Museo Estadounidense de Historia Natural. Desde ese momento, su genial idea de colocar los paneles solares como hojas de árboles para aumentar su eficiencia empezó a circular por internet. Aidan, a sus 13 años, se había convertido en un famoso científico.
Pero junto con los elogios no tardaron en aparecer las críticas, ya que se descubrió un error de medición en su trabajo. La red se dividía entre los que consideraban a Aidan un genio y los que no veían más que una chiquillada absurda.
El revuelo montado por este escolar estadounidense ha sido tal que incluso la 'Cumbre mundial sobre la energía del futuro', que se celebra este mes en Abu Dhabi, le ha invitado a participar en el evento. No es la única 'oferta' que ha recibido, ya que la Universidad de Nueva York también se puso en contacto con él, tal y como revela 'The Wall Street Journal'.
DESARROLLO DE LA EXPERIENCIA
El modelo reproduce el patrón de las ramas de los árbolesAlgunos descubrimientos trascendentales para la ciencia tienen lugar de forma casual. Quizás la historia de Newton, la manzana que cae y el descubrimiento de la forma en que funciona la gravedad sea apócrifa, pero el descubrimiento de Aidan Dwyer es absolutamente real. Este estudiante de solo 13 años de edad, paseando por un bosque, descubrió que si se orientan las celdas fotovoltaicas respecto del Sol de una determinada manera, su rendimiento puede mejorar entre un 20% y 50%. Parece que la disposición de las ramas de los árboles, relacionada con la serie de números descrita en el siglo XIII por el matemático italianoLeonardo de Pisa (también conocido como Fibonacci) no es causal, y permite maximizar el aprovechamiento de la energía solar.
Distribución de los panelesHay historias relacionadas con la ciencia que parecen extraídas del argumento de una buena novela, y esta es una de ellas. Un joven estudiante estadounidense de séptimo grado llamado Aidan Dwyer estaba dando un paseo por los bosques de las Catskill Mountains, al norte del estado de Nueva York, cuando notó que las ramas desnudas de los árboles no estaban orientadas al azar. Esto es algo que generalmente pasa desapercibido para el 99% de las personas, y seguramente para prácticamente todos los niños. Pero Aidan lo notó, y después de investigar un poco “descubrió” algo de lo que ya se ha hablado en NeoTeo: la pauta de distribución de las hojas en las ramas y de las ramas en el tronco de muchos árboles siguen la denominada Sucesión de Fibonacci, una serie de números descrita en el siglo XIII por el matemático italiano Leonardo de Pisa.
En efecto, desde hace mucho se sabe que la naturaleza utiliza con frecuencia esta serie de números en sus “diseños”, en la que cada término es la suma de los dos anteriores (1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34... o Fn = Fn-1 + Fn-2). Desde la distribución de las hojas de una lechuga hasta el número de conejos que podemos esperar tener después de una determinada cantidad de generaciones, pasando por número de individuos existente en cada generación de ancestros de un zángano, pueden explicarse a partir de esta serie. Pero esto es algo que la mayoría de los niños de 13 años suelen ignorar.
Aidan Dwyer lo notó, y tuvo la genial idea de relacionar este hecho con la “dependencia” de la energía solar que tienen los árboles. Puso manos a la obra, y construyó dos pequeños captadores solares compuestos por un puñado de células fotovoltaicas para ver si la forma en que las ramas crecían en los árboles tenía realmente alguna influencia en la cantidad de luz que cada hoja recibía. Uno de los modelos agrupaba los pequeños paneles siguiendo una distribución plana, igual a la que normalmente utilizamos para acomodar las células sobre cualquier techo. El segundo reproducía el patrón que el niño había observado en las ramas de los árboles.
Aidan, una celebridad
El resultado fue asombroso. Con esta redistribución, el segundo panel -el que copia a la naturaleza- permite generar como mínimo un 20% más de energía. En más: en determinadas épocas del año, como el invierno, este rendimiento se incrementa hasta alcanzar el 50% por sobre la distribución plana de toda la vida. Esto ha convertido al pequeño en toda una celebridad, y ha “estimulado” a sus padres a patentar el descubrimiento.
Se trata de una de esas historias de las que cualquiera podría haber sido el protagonista, ya que todos nosotros hemos visto miles de árboles, pero no ha sido hasta que Aidan puso sus neuronas a trabajar que hemos descubierto esto. Por supuesto, la mejora en el rendimiento se da cuando comparamos esta distribución respecto de un panel solar tradicional fijo. Aquellos paneles motorizados que giran a lo largo del día para “apuntar” al Sol son bastante más eficientes que los que tienen sus celdas distribuidas según la Sucesión de Fibonacci, pero requieren de un motor y energía extra para moverse.
A Aidan Dwyer no le tiembla la voz ni las ideas al explicar su proyecto. 13 años:
ENLACES:
http://www.bbc.co.uk/mundo/ciencia_tecnologia/2009/07/090707_arboles_co2_men.shtml
http://www.consumer.es/web/es/medio_ambiente/2003/02/24/58361.php
http://www.serviciosjfp.com/Canales/otros/000449.htm
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