martes, 22 de diciembre de 2009

EL CASO DE BEN FREETH


Los que somos nuevos en esto de la información en Internet reconocemos que la información existente es variada y abundante. Y es sugerente pues te adentras, a veces, como el que no conoce el bosque, por senderos que te llevan a sitios inesperados: Afganistán, China, Rusia, América, el espacio, la música... Y a veces das con informaciones, que aunque no sean de hoy y sí de hace unos meses, no dejan de tener su justificación y su sentido. Me refiero en este caso a una El caso de la casa de Ben Freeth. Nos lo cuenta José Antonio Guardiola en su blog En Portada.


Ben Freeth tiene una granja en Chegutu, al oeste de Zimbabue. Para muchos su vida quizá no tiene ningún sentido… Pero vayamos por partes.

Ben nació en Gran Bretaña y se casó con Laura, una zimbabuensa hija de granjeros blancos. De ésos que llevan generaciones en África.

Desde hace años, Ben vive en una casa de campo rodeada de tierras de cultivo y aislada de cualquier rincón mínimamente civilizado.

Pero desde hace meses, Ben y su familia viven rodeados de decenas de partidarios del presidente Robert Mugabe que a diario asedian su casa, en muchas ocasiones con violencia extrema.

El Tribunal Supremo de Zimbabue reconoce que la casa y las tierras son de Ben y que los sicarios deben ser expulsados: Magnífico brindis al sol en un país en el que llamar a la policía es buscarte un problema. Es una manera de contar la historia.

La otra manera de contarlo es que un tipo, conocido entre sus sicarios como Landmine, vivió oprimido durante los años del Gobierno racista de Ian Smith y aguardó con paciencia algún tipo justicia social durante los primeros tiempos de la indepedencia guiada por Robert Mugabe… Y que, finalmente, después de tanta espera decidió tomar la granja de Ben como parte de la compensación que los blancos deben pagar a los negros de Zimbabue por la explotación de la tierra durante tantos años de colonialismo.

Aún hay un tercer relato: Ben y Landmine son, cada uno a su manera, radicalmente distinta por cierto, víctimas de los caprichos de un sátrapa que utiliza a sus amigotes, a sus sicarios y también a los granjeros blancos para mantenerse en el poder. Un sátrapa que no le importa que su barco se hunda con tal de seguir en el puesto de mando hasta el último momento.

Al principio comentaba que la vida de Ben Freeth no tiene sentido. Me explico. No tiene sentido arriesgar a diario tu vida, la de tu esposa y la de tus hijos de 3, 7 y 10 años, por un puñado de hectáreas. No tiene sentido aguantar sus lloros abrazado a ellos mientras los sicarios –por la mañana, por la tarde y de madrugada- lanzan vejaciones, insultos, amenazas, agresiones… No tiene sentido la resistencia pacífica ante tipos que abusan de su total impunidad.

Ben ha pasado varias veces por el hospital salvajemente agredido por los esbirros de Landmine. No tiene sentido exhibirles la sentencia del Tribunal Supremo de Zimbabue para que estos tipos escupan sobre ella… O quizá sí tenga sentido y gente como Ben sea necesaria para que la palabra Justicia sea algo más que un vago recuerdo en Zimbabue.



Un equipo de En Portada convivió con Ben y su familia (el diario The Star lo contó con mucha imaginación y poca conexión con la realidad) durante una de esos violentos asedios. Y esa desigual lucha por la tierra es el eje del reportaje de este domingo. Del Viaje a la finca de Mugabe.

Aquí tenemos el video de The Times de Sudáfrica. Esto ocurre en Zimbabue, dónde no se respetan los derechos humanos y donde aún persiste el racismo. Y los países sin actuar ni las instituciones...

Picar con el ratón las fotos para avanzar.

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