
El Trabant se convirtió en una leyenda cuando cayó el muro el Berlín. Occidente descubrió el coche de los alemanes del este. Si hoy el escarabajo es conocido sin mencionar a su fabricante VolksWagen, el Trabant forma parte de la historia de la antigua República Democrática Alemana sin mencionar su marca, Sachsenring, que fabricó tres millones de utilitarios desde 1957.
No sólo era el coche más popular, era el símbolo de la motorización privada de masas. Y el más barato. Aunque para adquirirlo había que apuntarse a una lista y esperar hasta 10 años, o acudir al mercado negro.
Con un motor de dos cilindros a dos tiempos, era altamente contaminante, compacto y muy resistente. El coche para toda una vida. Como el acero que era una materia prima escasa y muy cara de importar, se desarrolló un nuevo material para las carrocerías que fue llamado Duraplast, un compuesto de resina reforzado con fibras del algodón: a medio camino entre la “Formica” y la “Baquelita”.
Llegó a ser exportado a otros países, incluso fuera del bloque comunista. Con escaso éxito, pero una carga nostálgica tan fuerte que en el último salón del automóvil de Fráncfort se presentó una nueva versión del Trabant bajo forma de atractivo, pero caro, coche eléctrico con una batería en lugar de su ruidoso motor.
Reactualizado e incluso customizado, el Trabant tiene de histórico hasta su nombre. La traducción del alemán es “compañero de viaje”, y popularmente se llamaba “Trabbi”. Por acompañar, acompañó a los alemanes orientales en su viaje más importante. Su imagen ha quedado, para siempre, asociada al paso del muro.

NOTA:No pensaba yo en aquellos años que este coche llegaría a tener el simbolismo que ahora tiene-históricamente-en la misma Alemania.
El Muro de Berlín: es.euronews.net/1989-2009
1 comentario:
Marcelino: te acuerdas de Francisco y de Avelino. Nosotros viajamos en ese coche con el ingeniero Franz y con Erich su aparejador. Eran muy buenas personas. El primero murió hace ocho años ya. Y de Erich se casó con una española, en Valencia.Aquel coche era el seiscientos de aquí. Un abrazo Marcelo.
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