viernes, 1 de abril de 2011

TODO EN LA VIDA ES CINE...O EL PARPADEO ETERNO


EL PARPADEO ETERNO
El director del instituto salió de su primera exhibición cinematográfica gravemente alterado.
-Esto no es la vida- había declarado a sus alumnos en una asamblea convocada urgentemente-. Es la sombra gris de la vida, figuras grises pasando silenciosas por un paisaje gris. Y en ese mundo de fantasía, los hombres han descubierto un opiáceo al que conceden más valor que a la vida real, y hasta lo confunden con la propia vida. Por todo el mundo, hombres , mujeres y niños miraban las pantallas de cine durante horas y horas, atentos e inmóviles, con la espalda recta y los brazos a los lados…El cine había atrapado la imaginación humana. En estos días me llega la noticia del fallecimiento de Liz Taylor y con ello recuerdo la primera vez que ví a la actriz: era en Gigante, una película estadounidense de 1956 dirigida por George Stevens y protagonizada por Rock Hudson, Elizabeth Taylor y James Dean. El cine era por entonces para los diez o doce años el despertar al mundo, el viajar al este o al oeste, el ver los pozos de petróleo y el despertar a las miradas azules de ojos femeninos( como los de Liz) inolvidables o al aprecio de la fina cintura y el canalillo insinuado y sobre todo al encanto de la sonrisa o de la lágrima enamorada. Era el cine Santa Cruz, cine ovetense desaparecido, sesiones continuas y de la “feria del duro”…Era la erótica del cine de actor o actriz, era nuestro despertar de la imaginación y de la vida…Lo mismo te llevaba el cine a las estepas rusas que al oeste texano, de los ríos Volga y Ural al Missisipi o Misouri o Colorado, del trigo del este al petróleo del oeste o viceversa… De Astapovo a Texas: hay dos líneas que se entrecruzan en nuestras neuronas, este y oeste, estepa y desierto, frío y calor, Rusia y América, socialismo y capitalismo, revolución y banqueros, estaciones de ferrocarril y vaqueros a caballo.
El parpadeo eterno nos trae desde la lectura(El parpadeo eterno de Ken Kalfus) hasta el cinematógrafo de Gigante impresiones contradictorias, sensaciones de ayer que confluyen desde las páginas hasta el noticiario de hoy, desde Astapovo hasta el Kremlin, desde la revolución rusa hasta el mausoleo de Lenin, desde Tolstoi hasta el Stalin, desde Iliev hasta Gorvachov…Rusia había llegado a tiempo al cine y ahora se inclinaba hacia delante en la butaca, codo con codo a la par que las demás naciones del mundo. El imperio ruso llenaba la pantalla y registraba todos los acontecimientos desde la coronación de Nicolás II en 1896 hasta la muerte del conde Tolstoi culminando con la muerte de Lenin y la sucesión de Stalin… Todo en la vida pasó por el cine y sobre todo se atestigua así en este libro de Ken Kalfus: la cámara está presente a través de tres figuras-un cámara,un científico y un futuro líder- que partiendo del pueblo de Astapovo llegarán hasta el Kremlin describiendo con imaginación y realidad cinematográfica las ilusiones y los desencantos de una larga historia, de un largo proceso que en el libro llega hasta el desmantelamiento de la ilusión del revolucionario Ilich que ve en sus últimos parpadeos las dudas sobre la supervivencia de su revolución al visionar en su proximidad al Stalin no deseado, a la incomprensión -en su último parpadeo- de lo que ocurre a su alrededor, intuyendo cómo el mausoleo será un santuario que algún día será cerrado y olvidado del público, cómo tras la carrera del espacio ganada a los americanos llegará el estancamiento con Brezhnez, la corrupción ideológica... Y oirá viejas palabras revolucionarias como perestroika(reconstrucción) o glasnost(franqueza) como si fueran tesoros nuevos...De repente oirá que los principios fundamentales de la existencia soviética son puestos en cuestión, que el final no era lo de Stalin, ni lo de Gorbachov… que los capitalistas son fuertes y astutos, ricos y carentes de principios. Pero aún así hay que pensar en que Ilich no se va a entristecer pues las teorías básicas de la revolución considera -tras su último parpadeo- que todavía sirven. Observará que el cine está omnipresente como lo están los medios electrónicos de comunicación que seguirán atrapando la imaginación humana...Todo en la vida es cine. O casi todo. Y el cine quizá sea un parpadeo eterno,el parpadeo eterno de la vida.



FUENTE: EL PARPADEO ETERNO de Ken Kalfus.

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