Pensadores y filósofos han ocupado tiempo y esfuerzo en definir qué es la felicidad. Los resultados son de tal variedad o diversidad y de tal amplitud que no es sencillo equilibrar una respuesta que pueda adaptarse a todos y a todas las mentalidades, filosofías y experiencias. Cuántos de esos pensadores fueron capaces de disfrutar de la felicidad o de una experiencia que les permitiera identificarla como vivencia feliz.
Si vamos a la antigüedad el origen latín del término (pholix) como el griego (eudaimonía) hacen referencia a circunstancias espirituales y trascendentes y nunca se refieren al placer, el bienestar sensorial o el epicureísmo como estado perfecto del ser humano. En la Grecia antigua se hablaba de eudaimonía o divinidad como el estado perfecto. Los filósofos antiguos hablaban de la búsqueda de la felicidad y la consecuencia era obtener al eudaimonía o bondad frente al término demonio que era la mala divinidad...
En el latín la claridad de la significancia es aún más contundente. Resulta que el termino phoelix, félix, y luego feliz, fue creado como definición de la fecundidad, y especialmente comenzó a utilizarse para ilustrar el estado de una hembra amamantando a su cría, como máximo ejemplo de esta profusión de la vida productiva y la abundancia. Luego el término se asoció más a la mujer, y en agricultura ...(Ensayo sobre la felicidad, Palabras graves).
De este ensayo destaco este texto:"...la incoherente relación comparativa que existe entre el nivel de vida de la sociedad actual y su sentimiento de realización o felicidad. La inversa relación entre una especie cada día más evolucionada técnicamente, con avances incomparables en términos de bienestar, superpoblada de recetas espiritualistas mágicas, y sin embargo frecuentemente insatisfecha.
Hace unos dos mil trescientos años, Epicuro advirtió a sus discípulos que era probable que la búsqueda desmesurada de placer los hiciera más desgraciados que felices. Dos siglos antes, Buda avisó que la búsqueda de sensaciones placenteras es en realidad la raíz misma del sufrimiento. Si identifico la felicidad con sensaciones placenteras y fugaces y quiero experimentarlas cada vez con más en mayor cantidad, no hay más alternativa que buscar esas sensaciones de forma constante y cuando finalmente las consigo enseguida desaparecen, son fugaces casi, y por tanto habrá que volver a empezar a buscar otras nuevas sensaciones y así una y otra vez. Esto da lugar a que ese deseo de nuevas sensaciones hace que esté más estresado e insatisfecho y por ello para ser feliz y conseguir la felicidad el hombre necesita desacelerar la búsqueda de sensaciones placenteras y no acelerar.
Y esta visión casi budista de la felicidad tiene que ver con un tipo de felicidad, la felicidad de nuestro tiempo y la del futuro posiblemente: la felicidad bioquímica.
La felicidad budista y la felicidad bioquímica coinciden- según Noah Harari, en su libro Homo Deus- en que las sensaciones agradables desaparecen con la misma rapidez que surgen y por tanto seguirán produciendo insatisfacción.
Este problema, resuelve Noah Harari, tiene dos soluciones muy diferentes.
La solución bioquímica es desarrollar productos y tratamientos que den a los hombres un conjunto de sensaciones de placer de forma continua ...
La solución de Buda está en preparar nuestra mente para que observe cómo aparecen y desaparecen dichas sensaciones pues ¿qué sentido tiene correr tras algo que desaparece tan pronto como surge?
Hoy en día el hombre busca la opción bioquímica y no le importa la opinión de religiones o morales o filósofos de distintas naturalezas. Por otra parte la ciencia y la economía nos orientan a reducir la tolerancia de lo desagradable y al aumento de lo agradable y así de forma continua se producen mejores medicamentos, analgésicos, nuevos sabores de helados, colchones más cómodos y juegos para nuestros móviles inteligentes de manera que el aburrimiento no aparezca en ningún momento. También Noah Harari afirma que la evolución no adaptó al Homo Sapiens para que experimentara el placer constante...habrá que cambiar nuestra bioquímica y nuestro cuerpo y claro, nuestra mente.
En consecuencia el proyecto del siglo XXI puede que sea buscar la felicidad global para lo que el Homo Sapiens deberá remodelarse si quiere llegar al placer o la felicidad perpetua.
¿Será el año 2017 el que muestre claramente este camino hacia la felicidad bioquímica?
ENLACES:
Ensayo sobre la felicidad
Homo Deus
No hay comentarios:
Publicar un comentario