Ewan estaba triste a sus doce años. En el colegio no le iban bien las cosas. Tenía que estar en la clase de los más pequeños alejado de sus compañeros y sufrir la humillación que suponía no progresar con los de su edad. Por que tenía que aprender a escribir de nuevo. No es que no supiera sino que en sus primeros cuatro años de escuela le habían enseñado tres clases diferentes de escritura; estaba hecho un auténtico lío en cuanto a la forma que debían tener cada letra. Ya le había pasado con la letra "f" a los seis años cuando le habían corregido la forma de la letra f de imprenta que tal como la hacía estaba mal. La f de imprenta tenía muchos lazos y el niño Ewan no entendía el por qué.
Para el alumno volver a la clase más básica era algo ignominioso. Pero la familia y los amigos me regalaron libros sobre cómo escribir bien. La madre le regaló un juego de plumas para caligrafía, la abuela le dio una biografía para que la leyera: se trataba de la vida de Edward Johnston que recuperaba el interés por el perdido arte de la caligrafía. Aquel niño Ewan ya joven se enganchó a través de Johnston a las plumas y a la tinta y a las formas de las letras y así se inició en el estudio y el conocimiento de la escritura...
A partir de ese momento los días que no había colegio me dejaban ir a un taller, el de Joseph Cribb, en el que aprendió a cincelar las letras y esculpirlas haciéndose una clara idea de cómo habían nacido las letras. Cuando Ewan salió de la universidad se formó como calígrafo y encuadernador y empezó a ganarse la vida en tal oficio. Aprendió el joven a cortar las plumas de ave, a preparar los pergaminos, a hacer libros a partir de una pila de papel satinado, cartón y pegamento, aguja e hilo.
Superada una grave enfermedad Ewan Clayton decide entrar en un monasterio. Allí va a permanecer cuatro años primero como lego y luego como fraile. Allí había una hermana del abad que había sido secretaria de una sociedad de Amanuenses e Iluminadores y conocía las dotes de Ewan y le recomendó al abad que dejara cultivar su oficio. Así el joven se convirtió en un calígrafo del monasterio del siglo XX.
A finales de los años ochenta deja el monasterio y es contratado como asesor de Xerox Parc en California. En este laboratorio ve como se inventa el ordenador personal en red, como aparece el concepto de Windows, el Ethernet y la impresora láser, gran parte de la tecnología básica y los principales elementos que sustentan la actual revolución de la información. Y Ewan hace esta reflexión:" cuando se pasan muchas horas del día en silencio, las palabras llegan a tener un nuevo poder. Aprendí a escuchar y a leer de una manera nueva."
En Palo Alto Research Center de Xerox Corporation conoce a Steve Jobs y cuando Xerox PARC quiso que un experto en el arte de la escritura se sentara al lado de sus científicos para construir el mundo feliz de lo digital en el que todos vivimos ahora, la persona elegida se llamaba Ewan Clayton.
Un científico informático, David Levy, fue quien le invitó a entrar en PARC y le sugirió escribir una historia de la escritura, es decir, un libro que repase "la evolución del alfabeto latino, desde el pincel hasta los píxeles." Este libro es el que estoy leyendo con mucho gusto: La Historia de la Escritura. Autor: Ewan Clayton. El Ojo del Tiempo Siruela. Una joya.
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Historia de la escritura
Grafología y personalidad
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