lunes, 14 de noviembre de 2011

SONIDOS DEL ESPACIO










TRANSCRIPCIÓN:
El espacio, todos conocemos su aspecto. Hemos estado rodeados de imágenes del espacio toda la vida desde las imágenes especulativas de la ciencia ficción, pasando por las visiones artísticas, hasta las imágenes cada vez más hermosas producto de tecnologías complejas. Pero al tiempo que tenemos una comprensión visual del espacio tan abrumadoramente vívida, no tenemos una noción de los sonidos del espacio.

De hecho, la mayoría de la gente asocia el espacio al silencio. Pero la historia de la comprensión del Universo ha significado en la misma medida escuchar y mirar. Y aún a pesar de esto, casi nadie ha oído alguna vez el espacio. ¿Cuántos de los presentes podría describir el sonido de un planeta o de una estrella? Bueno, en caso de que se lo hayan preguntado, este es el sonido del Sol.

(Estática) (Crujido) (Estática) (Crujido)

Este es el planeta Júpiter.

(Crujido Suave)

Y esta es la sonda espacial Cassini haciendo piruetas entre los anillos de hielo de Saturno.

(Crujido)

Este es un grupo altamente condensado de materia neutra girando en el Universo lejano.

(Golpeteo)

Mi práctica artística consiste en escuchar los ruidos extraños y maravillosos que emiten los magníficos cuerpos celestes que conforman el Universo. Se preguntarán: ¿cómo sabemos cuáles son estos sonidos? ¿Cómo podemos identificar la diferencia entre el sonido del Sol y el sonido de un pulsar? Bueno, la respuesta es la ciencia de la radioastronomía. Los radioastrónomos estudian las ondas de radio del espacio mediante antenas y receptores sensibles que les brindan información precisa de los cuerpos astronómicos y de su posición en el cielo nocturno. Y al igual que con las señales que enviamos y recibimos aquí en la Tierra, podemos convertir estas transmisiones en sonido mediante simples técnicas analógicas. Y, por lo tanto, es escuchando que hemos llegado a descubrir algunos de los secretos más importantes del Universo -- su escala, de qué está hecho y hasta qué edad tiene.

Por eso hoy les voy a contar un cuento de la historia del Universo que escuchamos. Está signada por tres anécdotas breves qué muestran cómo unos encuentros accidentales con sonidos extraños nos dieron una de las informaciones más importantes que tenemos del espacio. Pero esta historia no empieza con un gran telescopio o una nave futurista, sino con un medio más humilde -- de hecho, "el" medio que propició la revolución en telecomunicaciones de la que somos parte hoy: el teléfono.

Es 1876, en Boston, y este es Alexander Graham Bell que estaba trabajando con Thomas Watson en la invención del teléfono. Una parte clave en su despliegue tecnológico fueron cientos de metros de cable tendidos por sobre los tejados de varias casas de Boston. La línea transportaba la señal telefónica que más tarde haría de Bell un nombre conocido. Pero como toda extensión de cable cargado, se convirtió, sin darse cuenta, en antena. Thomas Watson pasó horas escuchando los extraños crujidos, pitidos, chirridos y silbidos detectados por la antena accidental. Ahora bien, tienen que recordar que esto es 10 años antes de que Heinrich Hertz demostrara la existencia de las ondas de radio - 15 años antes de los 4 circuitos sintonizados de Nikola Tesla; casi 20 años antes de la primera transmisión de Marconi. Así que Thomas Watson no nos escuchaba. Todavía no teníamos la tecnología para transmitir.

Entonces, ¿qué eran esos extraños sonidos? Watson de hecho escuchaba emisiones de radio de muy baja frecuencia causadas por la Naturaleza. Algunos de los crujidos y estallidos eran rayos, pero los silbidos misteriosos y los chirridos curiosamente melodiosos tenían un origen bastante más exótico. Al usar el primer teléfono Watson, de hecho, hizo una llamada al cielo. Como bien supuso, algunos de estos sonidos eran provocados por la actividad en la superficie del Sol. Era un viento solar que interactuaba con nuestra ionósfera eso que él estaba escuchando... un fenómeno que podemos ver en las latitudes extremas del norte y del sur de nuestro planeta, como la aurora. Así, simultáneamente a la invención de la tecnología que marcaría el comienzo de la revolución de las telecomunicaciones, Watson había descubierto que la estrella del centro del Sistema Solar emitía potentes ondas de radio. Accidentalmente, había sido la primer persona que las había sintonizado.

Avanzamos 50 años y la tecnología de Bell y Watson ha transformado completamente las comunicaciones mundiales. Pero pasar de tirar unos cables en los tejados de Boston a poner miles y miles de kilómetros de cable en el fondo marino del Atlántico no es tarea fácil. Y por eso, pronto Bell estaba buscando nuevas tecnologías para optimizar su revolución. La radio podía transportar el sonido sin cables. Pero el medio tiene pérdida; está sujeto a mucho ruido e interferencia. Por eso Bell contrató a un ingeniero para que estudiara esos ruidos y tratara de identificar su origen con miras a crear el aparato perfecto que pudiera deshacerse de los ruidos, para así poder pensar en la radio con fines telefónicos.

La mayoría de los ruidos que investigó el ingeniero Karl Jansky eran de origen bastante común. Resultaron ser rayos o fuentes de energía eléctrica. Pero hubo un ruido persistente que Jansky no pudo identificar, y al parecer aparecía en los auriculares de radio 4 minutos más temprano cada día. Ahora, cualquier astrónomo les dirá que es la señal identificadora de algo que no se origina en la Tierra. Jansky había hecho un descubrimiento histórico: que los cuerpos celestes podían emitir ondas de radio, así como ondas de luz. 50 años después del encuentro accidental de Watson con el Sol, Jansky escuchando atentamente marcó el comienzo de una nueva era de la exploración espacial: la era de la radioastronomía. En los años siguientes los astrónomos conectaron sus antenas a los altavoces y aprendieron sobre nuestro cielo radial, sobre Júpiter y el Sol, escuchando.

Saltemos adelante otra vez. Es 1964, volvemos a los laboratorios Bell. Y, otra vez, hay dos científicos que tuvieron problemas con el ruido. Arno Penzias y Robert Wilson estaban usando la antena de bocina en el laboratorio Bell de Holmdel para estudiar la Vía Láctea con una precisión extraordinaria. Realmente estaban escuchando la galaxia en alta fidelidad. Hubo una falla técnica en su banda sonora. Un ruido misterioso pero persistente estaba interrumpiendo su investigación. Estaba en el rango de las microondas y parecía estar viniendo de todas partes al mismo tiempo. Pero esto no tenía sentido. Y como cualquier ingeniero o científico razonable, supusieron que el problema debía ser la tecnología en sí misma; tenía que ser la parabólica. Había palomas posadas en la parabólica. Entonces quizá una vez que limpiaran el excremento de paloma el disco seguramente volvería a funcionar y retomarían las operaciones habituales.

Pero el ruido no desapareció. El misterioso ruido que estaban escuchando Penzias y Wilson resultó ser el sonido más antiguo y significativo que nadie había oído nunca. Era una radiación cósmica que dejó el propio nacimiento del Universo. Esta fue la primera evidencia experimental de que existió el Big Bang y de que el Universo nació en un instante preciso hace unos 14.700 millones de años. Así que nuestro cuento termina en el principio - el principio de todas las cosas, el Big Bang. Este es el sonido que oyeron Penzias y Wilson - el sonido más antiguo que van a escuchar en su vida; la radiación de fondo cósmico de microondas que dejó el Big Bang.

(Sonido)

Gracias.

(Aplausos)

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