viernes, 6 de marzo de 2009

EVOLUCIÓN DE LA EVOLUCIÓN


No es artículo mío. En la revista Telecable de este mes de marzo se incluye un artículo de Sánchez-Ocaña que me parece muy interesante y que lo reproduzco textualmente.


EVOLUCIÓN DE LA EVOLUCIÓN
Nunca mejor puesto el título de esta
sección que en este 2009, en el que
se cumplen 200 años del nacimiento
de Charles Darwin y, lo que es
aún más importante, 150 de la publicación de El
Origen de las Especies, obra con la que revolucionó
las teorías del origen y desarrollo de la vida...
No fue fácil para el bueno de Darwin escribir
su enorme obra. Su viaje en el Beagle le
proporcionó material biológico de
medio mundo y la experiencia
impagable de las islas Galápagos,
donde Darwin vio cómo la
adaptación podía influir
grandemente en la
evolución de las especies.
Los humildes pinzones
de las islas, con sus picos
diferentes, adaptados a lo
que disponían para comer,
le dieron la gran pista para
establecer sus teorías, pero
pasarían 22 años desde que
surgió la idea hasta que la teoría
darwiniana vio la luz y la polémica.
La gran idea de Darwin se puede resumir en
un sencillísimo dibujo al margen de sus escritos:
una especie de árbol que indica que de una especie
pueden surgen otras que siguen su camino. En
la base, la raíz, está ACU, en Ancestro Común
Universal. Cada rama supone una nueva especie;
nueva bifurcaciones, nuevas especies. Muchas de las
ramas llegan a un final. Arriba, las especies vivas,
las actuales. Por el camino, los experimentos de la
naturaleza y la especies extinguidas. Una simple
mirada nos descubre cómo unas especies están
relacionadas con otras. Ese es el jardín en el que se
metió Darwin, después de haberlo plantado.
Los 22 años largos que Darwin tardó en escribir
su famoso libro debieron tener algo de pesadilla.
Don Charles sabía que la Naturaleza le respaldaba,
pero también que vivía en una época en la que
el escándalo se suscitaba muy fácil ante cualquier
idea racional. Darwin le dedicó muchísimo más
tiempo a las consecuencias morales de sus ideas
que a desarrollarlas. Le provocó crisis de moral
y religión, le hizo dudar de la Creación como
un hecho único y de la Biblia como una guía
científica. Precisamente este año mis amigos
de la editorial Laetoli publican la autobiografía
de Darwin completa, dado que su señora, la
aburridísima Emma Wedgwood censuró muchos
de los pasajes en los que su marido expresaba sus
dudas sobre el trabajo del Sumo Hacedor.
Darwin se enfrentó, en la presentación de su teoría,
con el obispo Fitzroy, que aprovechó lo de que
descendemos del mono para denostar al estudioso
naturalista y dejarlo a esa misma altura simiesca.
Pero, con el tiempo, el Origen de las Especies iba
a sustituir científicamente a la Biblia para explicar
cómo y por qué estamos hoy (y entonces) aquí.
En pleno siglo XXI, a Darwin (y a la razón) le han
vuelto a salir enemigos: los creacionistas. Aquellos
que piensan que la evolución no basta para explicar
el exquisito diseño de la vida. Se emperran en decir
que estamos aquí desde hace muy poco, que los
fósiles son recientes, que el mundo es producto de
un diseño inteligente...
Sin duda, los trabajos y las ideas de Darwin
necesitan una revisión y puesta al día. Don Charles
no sabía del ADN, ni del papel de la genética en
su árbol de la vida. Durantes más de siglo y medio,
los biólogos han trabajado con el árbol de Darwin,
rellenando huecos. Pero ya no se puede ir más allá.
La aparición del ADN serró el árbol por la base
para plantar otro nuevo...
Los biólogos dibujan hoy un árbol muchísimo
más enmarañado que el de Darwin. La biología
molecular primero, y la genómica ahora, nos
dicen que el concepto de Darwin de un desarrollo
en vertical era un error. Que bacterias y arqueas
intercambiaron desde siempre material genético
con especies incluso muy alejadas en el árbol y la
creación de híbridos estaba a la orden del día. Más
que un árbol, la evolución dibuja una tela de araña.
Pero muchos biólogos se han aferrado a la bonita
idea del árbol e intentar adecuar los conocimientos
actuales a esa estructura. El intento más complejo
se terminó hace solamente un par de años, en
Alemania. Se estudiaron casi 200 genomas de las
3 especies animales básicas: bacterias, arqueas y
eucariotas (que son células con núcleo y ADN,
como las nuestras). Encontraron 31 genomas
únicos, que no se encontraban en otras especies,
que no se habían trasferido horizontalmente...Y
con esas 31 especies reconstruyeron el árbol de la
vida, siguiendo la evolución de esos genes desde
las bacterias hasta los organismos superiores...Una
belleza biológica y un homenaje a quien plantó la
idea del árbol.
Para cualquiera de nosotros, la idea de Darwin
sigue siendo suficientemente válida, pero no
bajen la guardia. Los creacionistas, los del diseño
inteligente, van a volver al ataque. Aprovecharán
también las fechas significadas y cogerán por las
hojas el rábano de los errores de Darwin. No se
dejen engañar, don Charles tenía razón más que
suficiente....
Por Esteban Sánchez-Ocaña.

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