jueves, 12 de mayo de 2011

ANÁLISIS DE UNA FOTOGRAFÍA

En el blog de Ramón Lobo en El País se hace una reflexión interesante sobre la fotografía que aquí reproducimos y que me parece pertinente. Y por eso incorporo ambas en este post.


















Muerto Osama bin Laden nada de lo esencial cambia: sigue la amenaza difusa de los atentados, continúa la guerra contra un enemigo que se invisibiliza, que juega sin normas: mitad civil, mitad guerrero. Estos soldados de la 234 División de Infantería de Fort Riley, Kansas, viajan arracimados en un avión militar de transporte, posiblemente un Hécules C-130, hacia un mundo lejano, montañoso, inhóspito y hermoso de gentes que no desean ser liberados de nada, personas que sobreviven a una sucesión de guerras desde hace más de 30 años en las que cambian las barbas, las banderas, los imperios del mal, pero que mantiene intacta la maldita marca de la muerte y el sufrimiento. Todos sufren: los que matan, los que mueren, los que no quieren morir, los que no quieren matar.
En la fotografía, los soldados del centro viajan recogidos; unos juegan con los teléfonos inteligentes, otros escriben o se distraen. Los de los laterales, con libertad para abrir las piernas parecen ensimismados. No parecen pasajeros, de los que suben y bajan por unas escalerillas; son soldados con casco, armas y pertrechos. Parecen más dispuestos al asalto que al control de pasaportes. Viajan a la guerra atados; los cinturones de seguridad son contra su propia inseguridad, las ganas de correr, los fantasmas.
Cuando uno viaja a la guerra no piensa en la guerra, en el peligro, en lo que está por venir, en la muerte. Se piensa en el tiempo, en la pesadez de los días que quedan por delante, quizá un año, 365 montañas, en los trucos para acortarlo, como dormir mucho: dormir, guerrear y volver a dormir. Se piensa en lo que queda atrás: la familia, los hijos, las novias, los proyectos, en la vida que pudo ser y no será.
No son pensamientos elaborados, una película vital, son flases: pequeños impactos, golpes que van cansando, noqueando. En ese estado es como mejor se lucha, como mejor se escribe de lo incomprensible. Así, dejándose llevar, primero por un avión, después por la suerte.


COROLARIO: Puede que todo sigua igual. Que muerto Ben Laden los problemas con la organización terrorista continúen, que la guerra-no guerra se mantenga, que por parte y parte hombres de un lado y otro del océano sigan gastando parte de sus vidas o las vidas enteras en esa conflictividad de años, de décadas, sin apenas avanzar como no sea en el sacrificio de vidas humanas que casi no se explican el por qué de su sacrificio y de su continua zozobra y vida arriesgada...

FUENTE:
http://blogs.elpais.com/aguas-internacionales/

3 comentarios:

Felix el gato dijo...

¡Qué imagen más triste! Ensimismados, pensativos, tristes, enjaulados hacia un destino del cual no esperan casi nada positivo. Son profesionales pero sobre todo son personas que ese momento pensarán si la profesión elegida no será el final anticipado de una vida de cuyo sentido dudan...miedo, temor, sin esperanza pero con el convencimiento de que la misión puede ser negativa para muchos de ellos.Me impresiona esa uniformidad, esa rigidez. No se da ni en los astronautas que los ves felices, juguetones aunque el riesgo también exista. Pero ahí está la diferencia.

Andres el del puente dijo...

Está claro que vivimos unos años revueltos: todos son frentes y guerras o golpes de estado. El mundo no encuentra su equilibrio y cada año que pasa parece todo complicarse. Y si no ahí tenemos Libia, Túnez, Egipto,Costa de Marfil, el hambre, la falta de agua, las matanzas de México, los emigrantes que no son admitidos como es debido en Europa, los terremotos, los tsunamis,etc.
Y el de arriba "controlándolo" todo.

Anónimo dijo...

"Los héroes se dirigen a su sacrifio". Luego las medallas, las banderas y el himno. Pero las vidas segadas ¿quién las devolverá?