martes, 17 de mayo de 2011

EL MISTERIO DEL 2012.



Los analistas políticos de Rusia y de todo el mundo continúan con sus quinielas: ¿quién se alojará en el Kremlin a partir del 2012? Por cierto, será para seis años y no cuatro como hasta ahora. Al comienzo del mandato de Dmitri Medvédev se aprobó una enmienda de la Constitución que ampliaba el plazo de elección del presidente a seis años y el de la Duma Estatal a cinco.

Foto de Reuters/Vostock PhotoLos dos miembros del tándem gobernante están haciendo todo lo posible para mantener la tensión. Hace poco Dmitri Medvédev ha vuelto a pronunciarse sobre ello al afirmar que él «no excluye la posibilidad» de presentar su candidatura para la reelección. Además dio a entender que tenía algunas divergencias con Vladímir Putin sobre la forma de desarrollo del país. Dos días después fue Vladímir Putin el que hizo declaraciones al respecto. Él también dio a entender que «no excluye esta posibilidad» y añadió que «no hay que ponerse nervioso» por las elecciones presidenciales.



Sin embargo, los analistas siguen poniéndose nerviosos y se dedican a hacer constantes comentarios acerca de las posibles diferencias entre Putin y Medvédev. Especialmente porque los protagonistas no paran de dar motivos para ello al expresar opiniones diferentes sobre los mismos problemas y temas. Si al principio del mandato presidencial de Medvédev ambos trataban todas las cuestiones con sumo cuidado (si uno manifestaba una opinión sobre algún tema, por regla general el otro no se pronunciaba), en la retórica política actual ha aparecido una marcada simetría. Incluso deliberadas contraposiciones. No obstante, conviene señalar que las divergencias apuntadas por los analistas no afectan a cuestiones fundamentales ni estratégicas.



En cualquier caso, Putin y Medvédev se han visto inmersos en una situación bastante compleja. En primer lugar a causa de las particularidades de la política rusa, que se han ido formando a lo largo de los siglos. El “caballo cojo” ruso en comparación con el americano (que se marcha sin presentar su candidatura a la presidencia) no es ni siquiera cojo, sino simplemente un caballo totalmente muerto, un cadáver al que todos dan puntapiés, del que todos se burlan abiertamente.



La política rusa está tradicionalmente vinculada a un líder (en este caso, dos). La burocracia no se rige ni por las instituciones ni por leyes o normas escritas, sino principalmente por lo que diga el Jefe: su estilo, sus deseos, costumbres, caprichos, fortalezas o debilidades. En cuanto se marcha o da a entender que se marcha, deja de existir.



Así pues, si Medvédev declarara ahora su intención de no presentarse significaría que Rusia se quedaría sin presidente a un año de las elecciones. Si fuera Putin quien anunciara su marcha, en la práctica significaría que toda la jerarquizada maquinaria gubernamental (ya de por sí no muy efectiva) detendría por completo su funcionamiento. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de una maquinaria construida sobre la base de una fuerte centralización.



Tanto Putin como Medvédev entienden esto a la perfección y, por lo visto, no están dispuestos a asumir semejante riesgo. Por otro lado, los dos pueden tener sus propias ambiciones políticas y sus propias pretensiones al trono presidencial.

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