A veces se encuentra uno con artículos que son verdaderas obras de arte: por su contenido, por su agudeza crítica… y es el caso del que acabo de leer en Nueva Tribuna de mano del magnífico periodista Rafael Fernando Navarro(abajo sus datos)… Aquí su contenido.
Se nos están prohibiendo muchas cosas. Demasiadas. Prohibido ser trabajador. Para que nadie te humille, para que no te despidan por previsiones irreales, por un pasado inventado, por un capricho empresarial. Prohibido estar enfermos. Te podrían dejar legalmente sin trabajo. Pena sobre pena y pena. Prohibido ser mujer. Te verás menos defendida ante la violencia machista. Prohibido ser dependiente. Nadie te echará unos brazos para que apoyes tu cuerpo tronchado. Prohibido tener sida. Te irás muriendo poco a poco ante el asombro de quienes te quieren. Prohibido…
Últimamente te han prohibido ser niño. Gallardón, quijote contra molinos de vientos estructurales, caudillo dando el pecho en defensa de una mujer que no tiene derechos sobre su cuerpo, que no sabe defenderse ni de sí misma, que debe regresar, como quiere Arenas, a las labores propias de su debilidad femenina, a ser luna abierta para las noches erectas, a cuidar de los hijos como una virgen lorquiana, va a luchar como nadie lo ha hecho para que nadie obligue al aborto. Tiene a Rouco de escudero, a Cospedal portadora de cruces y a Soraya-pedro-jota-portada.
Entronizada la crisis en el solio del miedo, el Gobierno suprime las ayudas para la construcción de escuelas infantiles porque son simplemente “un componente educativo menor de tipo asistencial” (¿Y si le llamamos violencia estructural?) Ignora el Gobierno que sin esa educación primigenia se inyecta un futuro fracaso escolar. ¿Se disputan la autoría de este recorte Gallardón-justiciero o el desnortado Wert?
A lo niños hay que incluirlos en la crisis. Para que crezcan con miedo al trabajo adulto, al despido caprichoso, a laponias heladas, a desahucios, a contenedores con restos de Carrefour-Corte Inglés. Poco a poco como aquellos flechas de pantalón corto, niñas-sección-femenina hasta llegar al correaje brillante, camisa azul y bordados para un ajuar de piernas cerradas evitando las caricias del alma.
Niños de dos a seis años. Sin escuelas, sin columpios, sin vichy cuadriculado como mantelitos de inocencia. Infancia sin chupete de leche condensada para calmar la tragedia de un juguete estropeado. A Wert le preocupan los toros. Hay que ayudar a la sangre valiente. “En los carteles han puesto un nombre…” “Pisa, morena, pisa con garbo…” Wert aplaudiendo a Francisco alegre y olé. Aunque los niños no tenga escuelas porque al fin y al cabo son “un componente educativo menor de tipo asistencial”
Prohibido ser niño. Prohibido ser muchacho informáticamente comunicado. Hay que superar el skipe. Las señales de humos tuvieron su importancia. Y los sobres que llevaban besos a la quinceañera. Y los cuadernos de caligrafía y el catón y el ripalda ortodoxo de cruzada vencedora. Zapatero aportó ordenadores a las escuelas. Wert los destierra como si de un arma de destrucción masiva se tratara. Ordenadores, Educación para la ciudadanía: inventos de un gobierno preocupado por un futuro abierto y en paz. Pero el tertuliano tibio de opinión es ahora ministro recortado y recortable. Prohibida la educación para la ciudadanía, prohibidas las escuelas pequeñas para pequeños, prohibidos los ordenadores. Es mejor llevarlos de la mano camino del INEM para que vayan adquiriendo estilo de parados, a cuatrocientos euros la pena.
¿Y si prohibiéramos que los niños fueran niños?
Fuentes:
Rafael Fernando Navarro
Nueva Tribuna
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