Tengo gran simpatía por estos paquidermos. Su enorme tamaño, sus blancos colmillos que contrastan su color y su afinada forma con sus fantásticas columnas sobre las cuales se trasladan así como sus fantásticas orejas y nada digamos de esa trompa que más que naríz pegada es mano inteligente que lo mismo arranca hierbas del suelo que ramas del árbol que es capaz de coger suavemente un cacahuete de la mano de una niña o simplemente de utilizar como enérgica manguera, flexible y ágil como ninguna… Sus ojos miran pacíficamente y todo su continente transmite una serenidad y una paz…que solo los humanos sabemos romper…
En nuestro país el elefante está de moda. Los hay blancos(1), al parecer, como aquel que un 23-F tenía que aparecer por el Congreso madrileño y español pero que tras espera tensa debió declinar la invitación. Era un elefante pero no gris, no africano, pero no sé de qué país de dónde procedía. Afortunadamente no apareció pero la especulación surgió y es hoy en día que aún se recuerda…. Los elefantes blancos afortunadamente parece que se extinguieron y el de aquel febrero parece que debió de ser el último individuo… Ya en el siglo XXI los elefantes grises parece ser que corren peligro de desaparición-aunque hay quien dice que no es así- pero en nuestro país los elefantes tienen la misión de ser portadores de eventos curiosos pero no solo curiosos. Parecen como hitos, mojones en el camino de la historia reciente como lo fueron en otras épocas como con Aníbal que puenteaba los Pirineos y los Alpes o en la India o en África donde transportaban a través de los más duros relieves ríos, selvas, montañas tanto a hombres como materias primas y lo que fuera necesario. Los hitos más próximos que jalonan la vida política actual todos los conocemos. Del elefante blanco del 82 al elefante gris del 2012 nos marcan dos grietas, dos pistas que el tiempo nos dirá si se trata de dos anécdotas o dos claves de la democracia en nuestro país y sobre todo de la relación afectiva y efectiva de una institución(la monárquica) con la realidad de una sociedad española que está cambiando vertiginosamente y cuyos valores y exigencias puede que no sean las de los que hoy ya jubilados éramos los jóvenes de ayer. Vamos, que el color social y el color de la economía hoy en día se diferencian tanto como lo que va de un elefante blanco tailandés a un elefante gris africano.
(1)En la jerga de los conspiradores, el Elefante era la caracterización de una estructura mastodóntica que necesita hacer un gran esfuerzo para salir de su letargo y ponerse en pie. Una pesada organización de movimientos iniciales muy lentos que, sin embargo, resulta imparable una vez puesta en marcha. Algo que cuadra con la apelación genérica a una fuerza militar, capaz de intervenir o condicionar la política...
ENLACES:
El elefante que desnudó al rey
http://revistatara.com/modules.php?name=News&file=article&sid=22808
El rey y los elefantes
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