jueves, 6 de febrero de 2020

LENGUAS DE GATO EN PARIS

A la semana siguiente las spéculoos ha sido sustituidas por lenguas de gato que a Naïma no le saben a nada. Su abuela Yema decidió integrar la comida occidental en sus recetas y sumarlas a las compras de la casa como si quisiera mostrar a sus nietos que podía ponerse al día de la cocina en París pero Naïma y sus hermanas no se atrevían a decirle que las galletas del supermercado-las lenguas de gato- no sabían a nada. Que habían perdido el sabor que disfrutaban con las spéculoos: era una forma de perder... el arte de perder como forma de entender la vida que en esta novela de Alice Zeniter se desarrolla con amenidad y acierto.
El periplo del descubrimiento de sus antecedentes familiares permite a la protagonista situarnos en tres escenarios sucesivos: la Argelia de los abuelos y la ausencia que Naïma siente de su pasado familiar y personal que va reconstruyendo a través de su abuelo Alí y de sus padres; el mundo y la vida en Palestro y su salida de Argelia para llegar a la fría Francia y los campos de refugiados; la segunda guerra y las circunstancias difíciles de la independencia argelina; el viaje de Naïma a la Argelia de sus antepasados y el regreso  deja en la protagonista un sinsabor como el de las lenguas de gato...
"Para Naïma, una joven francesa que trabaja en una galería de arte parisina, Argelia, el país del que proceden su padre y sus abuelos, ha sido durante mucho tiempo solamente un punto difuso en el mapa sin demasiado interés. Sin embargo, en una sociedad agitada por el debate sobre la inmigración y el racismo a causa de los atentados de París, todo parece querer devolverla a la tierra de sus ancestros. Pero ¿qué relación puede tener Naïma con una historia que nunca le han contado? Su abuelo Ali, un cabileño de las montañas cercanas a la antigua Palestro, murió antes de que pudiera preguntarle por qué abandonó su aldea y se convirtió en un expatriado; Yema, su abuela, quizá pudiera responderle, pero no en una lengua comprensible para Naïma. En cuanto a Hamid, su padre, un chiquillo brillante llegado el verano de 1962 a uno de los campos de refugiados construidos a toda prisa en Francia, ha decidido no hablar de la Argelia de su niñez.
Un drástico silencio familiar que para Naïma, francesa de suelo pero de ascendencia argelina, no deja de ser en buena medida una manera de dominar el arte de perder"

Leer el libro es sumergirse en muchas historias de la que destacaría la vida de los harqueños, es decir, de los árabes que lucharon con Francia en la guerra de Argelia y tuvieron que huir siendo considerados como emigrantes y confinados en espacios que aún hoy están de actualidad en toda Europa....la autora Alice Zeniter es descendientes de aquellos harqueños que "se alinearon con Francia en la guerra de la independencia de Argelia y ya habían luchado en Europa en la Segunda Guerra Mundial así como sus padre en la Primera... Pero con la revolución argelina todo cambió pues los sublevados(FLN y demás) les exigían que renunciaran a sus pagas pues no querían que estuvieran pagados por la Francia. Esto los obligó a huir de su país y pasar calamidades en campos de refugiados y se instalaron con el paso del tiempo en barriadas sociales en París y en otras ciudades sufriendo racismo y considerados como guetos olvidados e injustamente vistos como terroristas(Charlie Hebdo o Bataclan o atentados de Londres, etc.)
Realidades múltiples que hacen de esta novela un historia real y recuperable en nuestros días. Y una enseñanza de vida: ésta es el arte de saber perder cosas a lo largo de nuestros días y años como así lo expresa para la protagonista Naïma la poeta Elizabeth Bishop:

El arte de perder se domina fácilmente;
tantas cosas parecen decididas a extraviarse
que su pérdida no es ningún desastre.
Pierde algo cada día. Acepta la angustia
de las llaves perdidas, de las horas derrochadas en vano.
El arte de perder se domina fácilmente.
Después entrénate en perder más lejos, en perder más rápido:
lugares y nombres, los sitios a los que pensabas viajar.
Ninguna de esas pérdidas ocasionará el desastre.
Perdí el reloj de mi madre. Y mira, se me fue
la última o la penúltima de mis tres casas amadas.
El arte de perder se domina fácilmente.
Perdí dos ciudades, dos hermosas ciudades. Y aun más:
algunos reinos que tenía, dos ríos, un continente.
Los extraño, pero no fue un desastre.
FUENTES:

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La emigración es un drama que no es fácil de resolver...se necesita mucha, mucha solidaridad difícil de lograr hoy por hoy.

Anónimo dijo...

La relación de los países europeos con los de África nunca fueron ejemplares. Las metrópolis con las colonias antes y con la independencia después no fueron precisamente ejemplares... y así pasó a Francia con Argelia.