El espectáculo de los Juegos Olímpicos depende, como todo gran espectáculo, tanto de los espectadores como de los actores. Me gustaría hablar de los actores de los Juegos Olímpicos, es decir, de los deportistas. Podemos ser tan ácidos como el filósofo Slavoj Zizek y decir que el deporte olímpico es una manera de obtener lo que queremos sin sentir sus efectos secundarios indeseados en forma de agujetas. Así, el deporte olímpico desde el sofá es como el café descafeinado, la cerveza sin alcohol, la Coca-Cola sin calorías, las guerras sin muertos, la tortura sin dolor o el capitalismo sin pobres. Pero hoy, precisamente hoy, cuando los deportistas olímpicos desfilarán ante los ojos del mundo y, por un instante, tendremos la impresión de que merece la pena llegar más lejos, más alto y más fuerte, no es momento para las lúcidas y ácidas reflexiones de filósofos como Zizek. Ver correr a Usain Bolt en la tele es como beber cerveza sin alcohol, pero no debemos olvidar que ni siquiera un fenómeno como Bolt es tan veloz como el viento sólo porque es rápido por naturaleza. Los dioses griegos eran muy sabios, pero no porque fueran omniscientes, sino porque habían vivido mucho tiempo y, por tanto, habían visto y oído muchas cosas. Bolt es muy rápido, pero no sólo por haber nacido veloz, sino porque ha entrenado mucho. De acuerdo, hay que nacer dios para llegar a ser un dios, y hay que nacer Bolt para poder ser Bolt, pero al igual que en el caso de los dioses la experiencia del tiempo condiciona el conocimiento, en el caso de atletas como Bolt la experiencia del entrenamiento y el sacrificio condicionan sus marcas. Un respeto.
Será porque hoy es el primer día de los Juegos Olímpicos de Londres, pero me gusta pensar que los deportistas viven en la villa olímpica entregados al entrenamiento y al servicio de la humanidad de la misma manera que Ion, el personaje de la tragedia de Eurípides, vive en el campo al servicio de Apolo. Ion vive entregado a su trabajo, que consiste en limpiar la entrada del templo de Apolo con agua, guirnaldas y ramas de laurel. Y Bolt y compañía viven en la villa olímpica entregados a su trabajo, que consiste en honrar a la humanidad y entretener a los espectadores con sudor, medallas y coronas de olivo. Como hicieron Frank y Cora en la mesa de la cocina, les propongo embadurnarse de harina y hacer el amor con los Juegos Olímpicos no durante tres minutos, sino durante diecisiete días. Diecisiete días de harina, sudor, medallas y coronas de olivo.
NOTA: Este comentario no es mío. Pero lo estoy leyendo en La Nueva España de Oviedo, de hoy viernes, 27 de julio a la vez que visiono la ceremonia inaugural de las Olimpiada de Londres. Es de Antonio Rico y me parece oportuno y magnífico. Con el ánimo de difundirlo lo hago.¿Os parece bien?...
Fuente: http://www.lne.es/deportes/2012/07/27/opinion-harina-sudor/1276456.html
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