viernes, 20 de enero de 2017

SOY UN ALGORITMO

Los que nos dedicamos tiempo a la enseñanza y pese a los años aún estamos en estado de buena esperanza, quiero decir, dispuestos a aprender lo mucho que ignoramos, hace tiempo que utilizamos el concepto de algoritmo pero referido a un proceso lógico matemático y que lo designábamos con otro nombre: rutina, proceso, formulismo, instrucciones, cálculo, operación, procedimiento, operación, cálculo...En realidad entendemos por algoritmo un conjunto de normas o reglas que permiten realizar una actividad mediante pasos sucesivos hasta llegar a un estado final o solución.En la vida cotidiana, se emplean algoritmos frecuentemente para resolver problemas. Algunos ejemplos son los manuales de usuario, que muestran algoritmos para usar un aparato, o las instrucciones que recibe un trabajador
para realizar su trabajo. En matemáticas son clásicos los algoritmos de la operaciones, las multiplicaciones, el algoritmo de la división para obtener el cociente, etc.
Este nombre parece que viene de Al-Juarismi, matemático persa, astrónomo y geógrafo que vivió entre 780 7 850. Se sabe poco y hay dudas sobre su lugar de nacimiento aunque se cree que nació en Bagdad mientras otros lo sitúan en Uzbekistán. Se le considera el padre del álgebra y del sistema de numeración llamado arábigo.
Pero lo que nos llama la atención es la creciente popularidad de este término. Digamos que es una de esas palabras que ha salido del mundo de las matemáticas para introducirse en campos del lenguaje y por tanto de la vida diversos. La palabra "algoritmo", viene de la mano de la cada vez mayor utilización en la sociedad de dispositivos y aplicaciones. Quién le iba a decir a Al-Khwarizmi, al matemático irakí o uzbeko que su nombre sería vocabulario habitual en el siglo XXI.

Dos cuestiones se plantean sobre los algoritmos:
1) El control de los mismos y el peligro de su objetividad. Como dice Emilio García en su blog de Huffingtton Post hasta ahora "los algoritmos han obtenido un revestimiento de objetividad e infalibilidad al pasar  su entorno de ejecución desde la mente humana a los circuitos de los dispositivos digitales." Es decir interpreto que la ejecución automatizada de esos algoritmos hace pensar en la confianza que en principio despertaban como elementos objetivos y no sesgados. Pero esto no siempre es así y no conviene confiar en ellos en exceso. Puede haber manipulación tanto en los datos como en los mismos procesos, en los diseños de esos mismos algoritmos asi como en la interpretación de los resultados. Es decir, los datos, el diseño del algoritmo y la interpretación de los datos pueden no ser objetivos. Como dice Emilio García Garcia, "los prejuicios o la imparcialidad de quienes intervienen son inevitablemente incorporados a los algoritmos." ¿Qué significa esto? Pues que los algoritmos y los datos son el núcleo de un futuro en que nuestras vidas serán condicionadas por la inteligencia artificial.
Las empresas actuales utilizan algoritmos para todos los aspectos de la vida. Desde la sanidad hasta la política pueden estar condicionadas por la aplicación de algoritmos. Garantías sanitarias o coberturas de seguros pueden estar condicionadas por la aplicación de procesos algorítmicos La canciller alemana Angela Merkel criticaba como " la falta de transparencia de los algoritmos puede dar lugar a una distorsión de nuestra percepción de la realidad, limitando la información e influyendo en la opinión pública y por tanto en los resultados electorales.
Respecto a las empresas y la utilización de nuestros datos personales surge la reivindicación de un derecho ciudadano: saber qué datos personales son utilizados en un proceso algorítmico de decisión...
En fin que los algoritmos y los datos-afirma Emilio García García- son el núcleo de un futuro en que nuestras vidas serán condicionadas por la inteligencia artificial y aquí los políticos tienen que gestionara los riesgos y los beneficios para el bien de la sociedad. ¿Sabrán hacerlo?

2) Estamos rodeados de algoritmos. Pero hay algo más: nosotros mismos puede que seamos algoritmos.
Los algoritmos que controlan las máquinas expendedoras funcionan con engranajes mecánicos y circuitos eléctricos y los algoritmos que controlan mi conducta y la de cualquier humano operan a través de las sensaciones, emociones y pensamientos. Lo que pasa es que los algoritmos humanos son mucho mas complejos: un algoritmo que sobreestime el peligro provoca el temor mientras que la confianza surge de otro algoritmo que desprecia el peligro. El 99 por ciento de nuestras decisiones más importantes de nuestras vidas-las personas que queremos, la carrera que elegimos y el lugar de residencia, etc.- las tomamos con refinadísimos algoritmos que llamamos sensaciones, emociones y deseos.
En las últimas décadas, los científicos de la vida han demostrado que las emociones no son fenómenos espirituales o misteriosos. Según se lee en la página 100 del Homo Deus de Yuval Noah Harari, las emociones son algoritmos bioquímicos vitales para la supervivencia y reproducción de todos los mamíferos. Afirma este magnífico escritor que durante los últimos años los biólogos han llegado a la conclusión de que cuando pulsamos los botones de cualquier máquina y tomamos el café o el té está funcionando con sus algoritmos.
Y como yo- como todos hoy en día- manejamos multitud de ´máquinas lo hacemos por que nos funcionan los algoritmos y cuando amamos u odiamos, cuando nos atrevemos o cuando nos acobardamos, cuando reímos y cuando lloramos lo hacemos por que somos un conjunto de algoritmos. Por eso puedo afirmar que SOY UN ALGORITMO.

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